El DIH también establece que los ataques deben ser dirigidos específicamente a objetivos militares, cumpliendo además con el principio de proporcionalidad, es decir, cualquier daño a civiles debe ser limitado y no excesivo en relación con la ventaja militar obtenida. En este caso, las explosiones paralizaron el sistema de salud del Líbano y causaron pánico generalizado, sin lograr un objetivo militar claro o directo. Una operación que implica un exceso de daño civil, sin un beneficio militar proporcional, es un crimen de guerra.

Este ataque no fue preciso, ni quirúrgico, ni dirigido. El ataque israelí al Líbano es la definición de libro de terrorismo de Estado y, sin embargo, el silencio de los gobiernos es ensordecedor. No es la primera vez, y producto justamente de esta impunidad cómplice, no será la última vez que Israel cometa crímenes contra la humanidad. Queda claro, entonces, que la definición de terrorista no depende realmente de las acciones, sino de quiénes sean tus aliados.

Fuente: Radio BíoBío (biobiochile.cl)